Sebastian Falla

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Ego Is The Enemy (El Ego Es El Enemigo) - Ryan Holiday

Ya he mencionado a Ryan Holiday antes como uno de mis autores favoritos. Sus libros los he leído todos en desorden, pero veo una gran conexión entre ellos aunque escriba sobre diferentes temáticas. En Ego Is The Enemy vuelve a utilizar verdades universales - esas que no cambian aunque pase el tiempo - para discutir un elemento que los estoicos siempre trataban de mantener de forma consciente bajo control; el ego.

En mi vida profesional, tanto combatiendo el mío como aquel que viene de personas que han logrado puestos importantes en las empresas con las que trabajo, el ego se ha convertido en un elemento central cada vez que hablo de transformación. En este libro, Ryan Holiday explora el ego como nuestro mayor enemigo y demuestra las consecuencias claras de no mantenerlo al margen.

AUTOR

Ryan Holiday: Es experto en mercadeo, autor, conferencista, emprendedor y consultor. Es considerado un modelo en estrategia moderna, aportando a Forbes, Fast Company, The Huffington Post y Thought Catalog, y ha fungido como editor en jefe de The New York Observer y Gerente de Mercadeo para American Apparel. 

Iniciando su carrera como asistente y aprendiz de Robert Green (autor de “48 Leyes del Poder”), Ryan Holiday ha publicado sus propios libros, varios best sellers, cubriendo temas como manipulación mediática, estrategia digital, la industrial editorial y filosofía aplicada - específicamente estoicismo, para el cual es considerado uno de los responsables por su re-popularización en entornos de negocio. Es autor de “Trust Me, I’m Lying: Confessions of a Media Manipulator”, “Growth Haker Marketing”, “The Obstacle is The Way”, “Ego Is The Enemy”, “The Daily Stoic”, “Perennial Seller” y “Conspiracy”.


EN GENERAL

Ego Is The Enemy está dividido en tres grandes segmentos que exploran el papel del ego en diferentes etapas de la vida profesional; la aspiración, el éxito y el fracaso. Todos cruzamos estos 3 estados de forma fluida a través de nuestras vidas: 

ASPIRACIÓN

En el camino hacia la cima es indudable que la intención es el crecimiento y la evolución. Esto implica una reinvención que requiere introspección constante y objetiva. Significa que para crecer es necesario ser sinceros con lo que somos, dónde estamos y qué nos hace falta. El problema, como en todo lo demás es el ego, que alimenta una imagen propia sin fundamentos y nos hace pensar en nuestras capacidades bajo una óptica amplificada… irreal. 

Pero para lograr el éxito debemos entender lo que nos falta por aprender y saber que el camino a la cima es un esfuerzo que indudablemente tiene un enfoque a largo plazo. El ego nos hace pensar que cada pequeño esfuerzo es merecedor del gran éxito al que aspiramos, como si la vida estuviese en nuestra deuda. Sin embargo, la visión de corto plazo nos hace ineficientes y nos ayuda a justificar nuestra falta de paciencia. 

En esta ilusión sobre lo que somos y lo que aspiramos a lograr, el ego nos hace sentir que somos importantes no por lo que hemos hecho sino por lo que pretendemos hacer. Nos hace alardear de nuestros sueños y nuestro camino aunque los hechos aun no puedan soportar nuestras palabras. 

De esta forma, las palabras se convierten en nuestra propia manera de adularnos a nosotros mismos, de hacernos sentir inteligentes y exitosos aun antes de poder demostrarlo con acciones y hechos. El ego nos hace hablar más de lo que debemos y hace que nos enfoquemos más en alimentar nuestra propia imagen que en actuar para construirla en el tiempo. 

Esta mentalidad nos limita en el camino al éxito, sea definido como un éxito individual o el éxito para el que queremos dirigir a nuestra empresa. Pero existen formas directas de contrarrestar al ego, de las cuales Holiday nos presenta una que se ha recetado muchas veces antes, en diferentes filosofias de vida (Zen, estoicismo, etc.); tener una mentalidad de estudiante. 

Un estudiante parte de aceptar que tiene mucho que aprender y es además crítico de su propio avance. Se compara diariamente con la visión que tiene de maestría y por lo tanto es consciente de la brecha que lo separa de su propia grandeza.

De esta forma, es evidente que al crear un puente para acortar la brecha entre lo que real y objetivamente somos y aquello que queremos lograr, sólo queda la acción determinada y la perseverancia y disciplina del camino. El ego por un lado quiere hacernos creer que ya merecemos lo que deseamos, pero el estudiante sabe que tiene que trabajar para lograrlo, debe practicar, luchar, fracasar, levantarse y volver a hacerlo por siempre. 

… o si prefieren la versión bíblica: 

Así, luchar contra el ego en el camino aspiracional hacia la cima implica un control y disciplina constante, que mantiene al margen nuestras ilusiones. Controla la visión que tenemos sobre nosotros mismos y nos mantiene objetivos en la carrera, aprendiendo y conscientes sobre lo que aun nos falta alcanzar, aquello que no sabemos y que podemos aprender de alguien más.

ÉXITO

En Ego Is The Enemy, Ryan Holiday nos presenta la historia de Howard Hughes, un excéntrico multimillonario que fue capaz de despilfarrar sus riquezas, alejar a las personas de su alrededor y vivir una vida miserable, consumido por su ego y la ilusión de poder absoluto. Una mente desperdiciada por la forma en la que su ego convirtió los éxitos de su vida en su peor maldición. Algo que no es único de esta vida de riquezas modernas y que aun Aristóteles hace más de 2,300 años pudo ver claramente:

Cuando el éxito toca a nuestras puertas nos consideramos un “producto terminado” y abandonamos la mentalidad que nos trajo hasta este punto. De esta manera, el ego nos hace ver al resto como inferiores, nos hace perder la objetividad que necesitamos para seguir creciendo y queremos sentir que logramos “graduarnos” en el camino de la vida, el cual por definición no termina a menos que hayas muerto. 

El ego en la cima no nos deja ver el camino que queríamos recorrer en un principio y nos distrae haciéndonos creer que el fin eran las cosas, los premios y las posesiones que adormecen nuestros sentidos. Nos hace olvidar que la intención de llegar a ser exitosos era poder alcanzar un nivel superior en lo que somos y lo que hacemos. Es caminar nuestro propio camino cada vez con más seguridad, con mayor maestría. Aquello que los estoicos llamaban euthymia y que ahora podemos llamar propósito.

FRACASO

En ese lugar en el que las cosas no suceden como las estábamos esperando, el ego es nuestro mayor enemigo, porque nos hace pensar en la injusticia del mundo en lugar de dejarnos concentrar en la acción que se requiere en el momento. En lugar de enfocarnos en la tarea que tenemos al frente, nos obsesionamos por el resultado. En lugar de concentrarnos en quién queremos ser y cómo debemos actuar, sólo podemos pensar en el lugar al que queremos llegar. Esto genera frustración y en nuestra defensa el ego busca culpables externos, nos hace paranoicos y nos regresa a la versión más simplificada de nuestro ser, en la que somos reactivos y meramente instintivos. 

Aquellos que no aceptan el fracaso como una etapa de introspección y aprendizaje, se encargan de propiciar ese estado de forma indefinida. El ego los hace sentirse víctimas de la situación y por lo tanto pierden la determinación que se requiere para superarla. El ego nos hace crear un matrimonio entre nuestras acciones y nuestra identidad. Esto a su vez genera un gigantesco conflicto de intereses; aquello que hago me define y por lo tanto el fracaso en lo que hice me hace necesariamente un fracaso como persona. El ego responde y termina defendiendo lo indefendible. Nos quedamos atascados. 

De esta forma, el ego previene que tomemos la única cura ante el fracaso; más acción. Nos hace difícil el nivel de introspección necesario, en el que desligamos nuestras acciones de nuestra identidad y también procuramos que el éxito o fracaso no nos defina como personas. De esta manera, el camino se aclara, volvemos a encontrar el propósito que define nuestro camino, como individuo o como organización, y finalmente volvemos a emprender el viaje con la mentalidad de estudiante que se requiere en el momento. Como dice la canción de country

POR ÚLTIMO

Con Ryan Holiday comparto el amor y estudio continuo del estoicismo como un sistema práctico de vida. Las enseñanzas de esta filosofía están en prácticamente todo lo que hago profesionalmente ayudando a empresas en procesos de transformación; en el descubrimiento de su propósito, en la alineación de su cultura, la transformación de sus líderes y el diseño de su estrategia comercial. 

En mi trabajo tengo la gran bendición de sentarme frente a grandes empresarios que me gusta llamar mis clientes/mentores. Hombres y mujeres de gran éxito en diferentes industrias, países y caminos de vida que admiro enormemente y me hacen disfrutar sin límite lo que hago. Sin embargo, es evidente cómo la transformación para la que me piden ayuda en sus negocios inevitablemente necesita empezar en ellos mismos, y aquello por lo que me contratan se convierte más en una larga lucha en contra de sus propios egos que en una labor por lo que superficialmente aparenta ser mi cometido. Al final, mi trabajo no es diseñar una estrategia comercial que los ayude a crear disrupción, no es facilitar el trabajo en sus posiciones de liderazgo, ni tampoco fomentar estructuras y procesos de innovación exitosos… mi trabajo es ser un espejo que interrumpe la ilusión creada por grandes egos. Si al final logro mantener mi propio ego bajo control y así ayudar a que estos líderes ganen la batalla contra el propio, todo lo demás es posible. 

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Sebastian Falla

 

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